Aunque son dos cuestiones que no tienen nada que ver, a
priori, ambas comunidades sufren discriminaciones parecidas.
Los asexuales van saliendo poco a poco del armario. No sabemos si se tratan
de una minoría o no, porque el tabú que pesa sobre ellos es, en muchas
sociedades, incluso las más desarrolladas, es mayor todavía que el de la
homosexualidad. Pero conviene no confundir, como
precisa la joven militante de esta causa, Sabrina Canessa, de 24 años, no es lo
mismo asexualidad que celibato. “Célibe es quien siente deseo sexual pero por
decisión propia se abstiene de actuar para satisfacerlo. En cambio, un asexual
no siente atracción sexual, no hay opción de resistirse a la necesidad porque la
necesidad sencillamente no está”. A pesar de que a la comunidad homosexual se le
ha acusado de lo contrario, hipersexualidad, pues el primer mito asociado a los
gays es el de la promiscuidad, observamos que las censuras sociales son
prácticamente las mismas. Por ejemplo, si la conducta de ambos no es
fruto de un “shock” emocional: “La mayoría no tiene historias trágicas
para excusar lo que somos; simplemente nunca nos hemos sentido atraídos a otros
de una manera sexual”.
Después de la cuestión traumática, la siguiente pregunta que surge es si estas personas pueden vivir en pareja, la Red para la Educación y la Visibilidad de la Asexualidad, la comunidad virtual de asexuales más grande en el mundo, insiste que “La gente asexual tiene las mismas necesidades emocionales que cualquier otra persona, e igual que en la comunidad sexual, los asexuales satisfacen esas necesidades de diferentes maneras. Alguna gente asexual está más feliz sola, otros están más felices con un grupo de amigos íntimos. Otros tienen el deseo de formar relaciones emocionales o amorosas, y buscan a alguien con quien formar una pareja estable. Una persona asexual puede formar una pareja con una persona sexual igual que con otra asexual”.
Muchos homosexuales han sufrido, desde el desconocimiento ajeno, la pregunta de si no has querido probar con el sexo opuesto o si no crees que se pueda cambiar de orientación. Lo mismo les ocurre a ellos, y así responden: “La mayoría de los miembros de esta comunidad ha sido asexual toda su vida. Igual que en unos muy pocos casos alguna gente puede cambiar de ser heterosexual a ser homosexual, algunas personas asexuales en unos muy pocos casos pueden cambiar a ser sexuales, o viceversa. Otra minoría también se considerará asexual durante un tiempo mientras explora su propia sexualidad. No hay manera de “probar” la asexualidad de una persona. La asexualidad es como cualquier otra identidad: esencialmente es tan sólo una palabra que la gente usa para ayudarla a entenderse. Si la palabra le sirve a alguien durante alguna parte de su vida, sería perfectamente válido usarla”.
Luego viene la cuestión de la antinaturalidad, el Dr. Raúl Paredes, Director del Instituto de Neurobiología de la UNAM, aclara que también se han reconocido estos comportamientos en otras especies animales.
Por cerrar esta comparación, aunque es fácil encontrar muchas más, ellos también tienen la necesidad de reividincarse como grupo, a pesar de las múltiples diferencias que pueda haber entre ellos, y hacerse visibles, ya hay blogs, libros… Francisca Molero, directora del Instituto de Sexología de Barcelona y vicepresidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, reconoce que este movimiento “en una sociedad tan sexualizada es totalmente transgresor.
Como vemos, por tanto, no es solo cuestión de que la sociedad, tradicionalmente, no haya entendido la atracción hacia personas del mismo sexo, sino que censura por definición al que no sigue el comportamiento mayoritario. Pero esto, como el ideal de belleza, evoluciona con los siglos.
Después de la cuestión traumática, la siguiente pregunta que surge es si estas personas pueden vivir en pareja, la Red para la Educación y la Visibilidad de la Asexualidad, la comunidad virtual de asexuales más grande en el mundo, insiste que “La gente asexual tiene las mismas necesidades emocionales que cualquier otra persona, e igual que en la comunidad sexual, los asexuales satisfacen esas necesidades de diferentes maneras. Alguna gente asexual está más feliz sola, otros están más felices con un grupo de amigos íntimos. Otros tienen el deseo de formar relaciones emocionales o amorosas, y buscan a alguien con quien formar una pareja estable. Una persona asexual puede formar una pareja con una persona sexual igual que con otra asexual”.
Muchos homosexuales han sufrido, desde el desconocimiento ajeno, la pregunta de si no has querido probar con el sexo opuesto o si no crees que se pueda cambiar de orientación. Lo mismo les ocurre a ellos, y así responden: “La mayoría de los miembros de esta comunidad ha sido asexual toda su vida. Igual que en unos muy pocos casos alguna gente puede cambiar de ser heterosexual a ser homosexual, algunas personas asexuales en unos muy pocos casos pueden cambiar a ser sexuales, o viceversa. Otra minoría también se considerará asexual durante un tiempo mientras explora su propia sexualidad. No hay manera de “probar” la asexualidad de una persona. La asexualidad es como cualquier otra identidad: esencialmente es tan sólo una palabra que la gente usa para ayudarla a entenderse. Si la palabra le sirve a alguien durante alguna parte de su vida, sería perfectamente válido usarla”.
Luego viene la cuestión de la antinaturalidad, el Dr. Raúl Paredes, Director del Instituto de Neurobiología de la UNAM, aclara que también se han reconocido estos comportamientos en otras especies animales.
Por cerrar esta comparación, aunque es fácil encontrar muchas más, ellos también tienen la necesidad de reividincarse como grupo, a pesar de las múltiples diferencias que pueda haber entre ellos, y hacerse visibles, ya hay blogs, libros… Francisca Molero, directora del Instituto de Sexología de Barcelona y vicepresidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, reconoce que este movimiento “en una sociedad tan sexualizada es totalmente transgresor.
Como vemos, por tanto, no es solo cuestión de que la sociedad, tradicionalmente, no haya entendido la atracción hacia personas del mismo sexo, sino que censura por definición al que no sigue el comportamiento mayoritario. Pero esto, como el ideal de belleza, evoluciona con los siglos.
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