miércoles, 4 de agosto de 2010

Enfermedad o conducta

Asexuales: cada vez hay más adeptos a la inocencia carnal.
Carecer de impulsos eróticos ya no es raro, sino algo que le pasa a mucha gente. La libido es una de las fuerzas motrices del mundo moderno y, sin embargo, hay una suerte de moda o costumbre actual de ponerla siempre fuera de las camas. No se excitan ni sienten deseo sexual, el orgasmo no es sinónimo de felicidad y llevan igualmente una vida plena.
Por Daniela Pasik

El destape. Ahora todos hablan del destape sexual y de cómo cada vez la gente comienza a tener relaciones más joven, que Internet trae nuevas costumbres a la hora de la intimidad y que el último grito de la moda privada tiene que ver con algo exótico a elección.
Y cuando todos comenzaban a creer que ya no quedaban más ideas ni orientaciones sexuales posibles, ahí, lento pero seguro, marcha a paso firme lo asexual. Sí, gente que opta no intercambiar fluidos con nadie. En un mundo tan lujurioso como este, es realmente difícil imaginar que una persona sana sea absolutamente indiferente al revolcón, pero pasa.
No son gays reprimidos ni tiene que ver con traumas infantiles. Tampoco es una cuestión ética o moral, como en el caso del celibato. Son lisa y llanamente personas que no desean carnalmente. “El criterio de normal o anormal suele ser estadístico. En una comunidad, justamente será normal aquello que es común a la mayoría”, explica el licenciado Enrique Manuel Castro, director de Nuevo Centro, institución de formación en clínica psicoanalítica.
Se puede ser feliz sin sexo. Eso lo aseguran cada vez más personas que, agrupadas, pasan a normalizar su condición. Socialmente activos, cultivan la amistad y no se resignan a la soledad, sino que buscan en sus pares ese apoyo y comprensión que, aseguran, no sólo puede dar quien es pareja en la cama.
Aunque no existe un criterio estricto que determine quién es asexual, la Asexual Visibility and Education Network (AVEN), la comunidad asexual on line más grande del mundo, explica la delgada línea que divide al que sí del que no, tipificando al mundo en cuatro tipos de elecciones: A, Tiene apetito sexual, pero ninguna atracción romántica. B, Tiene atracción romántica, pero ningún apetito sexual. C, Tiene ambos. D, No tiene ni lo uno ni lo otro. B y D, son asexuales.
“La sexualidad humana no es totalmente orgánica y está regida por fantasías inconscientes. Al no responder sólo a ciclos del instinto, los hombres y mujeres pueden, por identificación, comenzar a reconocerse en otro sin sexo y vivir todo esto de manera natural”, explica el licenciado Castro, que además aclara: “Como psicoanalista, debo decir que este proceso tiene altas probabilidades de producir en el sujeto algún tipo de sintomatología”.
Anthony Bogaert, de la Brock University en Santa Catarina, Ontario, ya en 2004 hablaba de la “asexualidad” en referencia a quien no tiene interés por el tema. Y el Kinsey Institute realizó una investigación sobre este asunto y concluyó: “Parecen caracterizarse más por un escasa excitación sexual y deseo que por niveles bajos de comportamiento sexual o niveles altos de represión sexual”.
Leandro, que tiene 40 años, es virgen y está en pareja, explica su condición: “Me siento como un ángel terrenal y así veo a Bárbara, mi esposa. Nos llevamos excelente, nos amamos profundamente, pero no nos interesa el contacto físico. Tenemos mucha suerte de habernos encontrado, así que decidimos casarnos hace tres años y queremos envejecer juntos, así, acompañándonos y nada más”.

http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0288/articulo.php?art=9322&ed=0288

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