EVA ROY*
Ahí va una pregunta a bocajarro: ¿nacemos
heterosexuales, gays,
lesbianas, bisexuales, transexuales, asexuales... o eso es algo que se
puede eligir? No estoy de broma y no me insulten aún. Aquí acabo de plantear un
problemón de aúpa. Movidos por las
conveniencias, por la
cultura, las
creencias religiosas imperantes y
por el peso de la
legislación, se discrimina a personas, se las
maltrata, estigmatiza, encarcela y ajusticia, acusándolas de algo tan grave como
amar a alguien y no querer o no poder ocultarlo. Por pura supervivencia, por
comodidad, practicidad o cobardía, otras, en evitación de los problemas que su
sexualidad puede acarrearles, optan por mimetizarse con las
acelgas: se autocondenan a la
asexualidad u optan por vivir sus
relaciones en el mayor de los
secretos, recurriendo a
escaramuzas lamentables y al engaño para que no trascienda esa parte fundamental
de su personalidad.
Porque no pasa nada si se trata de
heteros, pero si hablamos
de otras realidades, la cosa cambia. Y todos ustedes saben que eso no solo
sucede allende los mares en repúblicas bananeras ni en regímenes tercermundistas
y dictatoriales. Sucede aquí. Tras la legalización de las
parejas de
hecho, primero, y después del
matrimonio homosexual,
la discriminación se produce en menor grado, pero, aunque resulta políticamente
incorrecta por carecer de refrendo legal, se da.
La
orientación sexual se determina habitualmente en función
del
sexo del sujeto y de a quién desea:
homosexual describe a personas que se sienten atraídas por
otras del mismo sexo, las
lesbianas y los
gays;
heterosexual, hacia el sexo opuesto;
bisexual, hacia ambos sexos;
asexual, falta de
orientación sexual, y
pansexual, atracción por cualquier cosa o
persona o rasgo de ella, concepto incorporado por
Freud, padre
del psicoanálisis y autor de frases tipo: "La
sexualidad humana
es perversa y polimorfa".
La
pansexualidad freudiana describe la atracción sexual
hacia cualquier cosa, implica amor o atracción por la persona, con independencia
de su sexo y género (trasciende y supera el concepto bisexual). El
sentimiento surge por detalles y valores que no se ciñen
estrictamente a la genitalidad, no clasifica a las personas en función de su
sexo ni de su género, y que tiene una capacidad potencial de sentirse atraído
por cualquiera.
Cabría distinguir dos conceptos, el de
orientación sexual y
el de
preferencia sexual, porque suelen provocar la polémica
más acérrima. Si hablamos de condición, de tendencia o de orientación sexual,
estamos ante algo que no podemos elegir. Si el objeto de nuestros deseos nos
viene marcado por la genética, sentiremos placer, atracción y amor por personas
del sexo que sea sin poder remediarlo, y eso sucederá sí o sí, por inconveniente
que resulte...
Entonces, parece injusto que haya casos de personas apedreadas, quemadas en
la hoguera, encarceladas, perseguidas y demás por una circunstancia tan
accidental e innata como ser miope, daltónico, delgado, rubio, alto o pecoso.
Pero me pregunto: ¿ha de cambiar el enfoque si se puede elegir? Es decir, si
podemos hablar de
preferencia y nos situamos ante una decisión
que afecta al ejercicio de la
libertad individual aplicada al
terreno sexual.
Hay quienes desde instancias de poder imponen un modelo homologado de
pareja y de
familia y marcan hasta las
posturas que uno debe hacer en la cama para no perder el pase al cielo y
preservar el decoro... Estos grupos, quizá amenazados o incómodos ante la
posibilidad de que haya desobedientes que se lo pasen bien de modo distinto y no
como "Dios manda" y que se emparejan sin esperar ni remotamente la procreación
con la persona elegida, se desgañitan tachando de
"viciosas",
"amorales", "pervertidas" dichas conductas, y amenazando con el fuego
eterno y con la cárcel (dependiendo de dónde se esté) a quienes las practiquen,
aunque sean mayores de edad que libremente consienten y no molesten a nadie con
ello. Si el ser humano pudiera a voluntad cambiar los designios de sus
deseos, la prostitución sería un oficio tan fácil que se
extinguiría (porque no sería un esfuerzo practicar sexo con alguien que ya no
nos repugnaría, y entonces, ¿para qué pagar?).
Creo también que, a veces, saber si uno es
hetero,
gay o bi se resuelve de golpe, respondiendo sinceramente a la pregunta
del millón: ¿te gustaría meterte eso en la boca? (siendo eso pene o vagina,
táchese lo que no proceda). Creo que falta
tolerancia; que, si
la
orientación sexual fuera algo que se elige, pocas personas,
tirando a ninguna, se dejarían matar o encarcelar por ejercer su
sexualidad conforme la sienten, como también demando respeto si
se trata de una forma caprichosa y lúdica de vivir la sexualidad adulta.
*Licenciada en Derecho y Empresa y experta en violencia de género, colabora
con varios medios y ha publicado 'Mi lado más hardcore', 'Verdad y mentiras en
el sexo' y 'Sexo, amor y cirugía'.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/mas-que-sexo/sexo-del-individuo-quien-desea-suele-determinar-homo-hetero-bisexual-asexual-pansexual-2152181