lunes, 5 de septiembre de 2022

Busca la mejor versión de ti

 



Para quien no lo sepa, llevo varios años trabajando como Coach especialista en Sexología y Terapia de Pareja. 
Hace algunos años, me formé como Coach obteniendo el título de Especialista en Sex Coaching Continuing Coach Education con Acreditación ICF. Pude hacerlo porque mi formación previa, como especialista en Anatomía Patológica y mis Estudios Universitarios, donde cursé varios créditos en psicología,  me lo permitían. 
Me dedico profesionalmente a ello y atiendo gente de muchos países ya que lo hago on-line. También doy conferencias sobre diversidad sexual siendo invitada por distintas y prestigiosas Universidades. Quizá no sepas que también soy autora de una novela, "Diario de una asexual ", gracias a la cuál me di a conocer y pude colaborar a la visibilidad de la asexualidad. 
Mi motivación siempre ha sido ayudar de la mejor forma posible a personas que se sienten como tú ahora y como yo misma hasta hace unos años. Trato de acompañar en el camino a quienes necesitan respuestas para seguir adelante.
Mi tarifa por hora (sesión) son 20€ que se abonan al inicio de la sesión por PayPal o similar y mis horarios son tan flexibles que estoy pendiente de mis usuarios 24 horas cualquier día de la semana. Tiene que ser así dado la diferencia horaria con otros países y los horarios laborales de cada persona.
Si tienes un problema relacionado con tu condición sexual, si sientes que estas en un callejón sin salida, si no encuentras las respuestas a tus dudas y temores, no lo pienses y contacta conmigo. Invertir en tu salud es lo más importante. No va a encontrar un profesional con tarifas más económicas.  Pruébalo. Seguro que no te arrepientes. 
Contáctame por WhatsApp al 610957262
o por mail en : cary.kary2@gmail.com 

Los mitos de la sexualidad

La kinesióloga experta en temas de sexualidad, Odette Freundlich, desmantela los mitos sobre las parejas asexuales y las relaciones sin sexo. Además informa sobre esta orientación perteneciente al gran espectro sexual junto a la homosexualidad, heterosexualidad, bisexualidad, entre otras.

¿Existen las parejas asexuales?

La asexualidad es la falta de atracción sexual hacia otro y el desinterés por las relaciones sexuales. Así como existen las personas asexuales, también lo hacen las parejas. En estos casos, las personas que integran la relación no incluyen el sexo dentro de su rutina. Sin embargo, es importante saber que sí pueden tener un interés romántico por otra persona.

No hay que confundir la asexualidad con el celibato. La primera es una orientación sexual mientras que la segunda tiene que ver con una abstinencia motivada por convicciones de la persona, sea religiosa o por otro motivo personal.

La falta de sexo en parejas ¿Es común?

«La sexualidad es un término muy amplio. Lamentablemente muchas personas se refieren a la sexualidad en términos coito céntricos, pene dentro de vagina en los casos de parejas heterosexuales, pero la sexualidad es mucho más que eso», comenta la directora de MiintimidadOdette Freundlich. El sexo incluye muchas más acciones y posibilidades diferentes a la penetración. Estas se pueden descubrir tanto con uno mismo como con otros.

Desde ese punto, la kinesióloga explica que la falta de deseo sexual es algo frecuente. Una de las causas más comunes es la disfunción, sin embargo, existen muchas otros factores que pueden disminuir la líbido , como por ejemplo, la edad. «Por ello importante investigarlas para ofrecer un tratamiento adecuado a cada persona», sostiene Odette Freundlich.  «Existen tratamientos de remplazo hormonal, los cuales deben ser suministrados por un ginecólogo o urólogo especialista y que ayudará en parte a solucionar el problema«.

¿Puede sobrevivir una relación de pareja sin sexo?

Lo más importante dentro de la vida sexual de las parejas es la comunicación. Esta misma nos permite poder saber si la otra persona está cómoda o no con mantener relaciones sexuales durante el tiempo.

«Los problemas empiezan cuando uno de ellos no está satisfecho con la frecuencia de los encuentros sexuales, y existe lo que llamamos discrepancia en la frecuencia sexual«, cuenta la especialista. Sin embargo, aclara que este problema también puede ser tratado con terapia especializada en el área.


 

Asexualidad: cuando en la vida el sexo no importa

 


Evelyne Aschwanden estuvo esperando durante años sentir por fin esa sensación de enamoramiento o unas ganas incontenibles de tener sexo. Lo buscaba, quería sentir mariposas en la barriga, pero por más atenta que estuviera, no sentía nada.

¿Qué me pasa?, se preguntaba cuando veía que sus compañeras de colegio y sus amigos se atrevían a dar sus primeros pasos en el amor y tenían unos metejones incontenibles.

A Evelyne todo eso le parecía exagerado pero quería participar, ser parte de lo que les estaba pasando a los demás. Y de pronto conoció a este muchacho. "Teníamos 15 años", recuerda. "Él estaba enamorado de mí", los amigos presionaban, y así fue cómo ellos comenzaron a salir. "Me caía super bien", dice Evelyne, "pero no sentía esa sensación profunda" que describían los demás.

Pronto sintió que él tenía deseos que ella no podía corresponder y se separaron. Ella se sintió aliviada, libre.

Hoy tiene 26 años, tuvo algunas citas pero nunca una relación amorosa. Tampoco tuvo nunca relaciones sexuales. Y pese a eso, no siente que le falte nada. "Mi rechazo a todo lo que sea sexual y romántico es algo que está profundamente arraigado en mí, es parte de quien soy". Evelyne dice que es asexual y aromántica.

La asexualidad o la falta de atracción sexual hacia alguien es un asunto rodeado de prejuicios. "Sólo es cuestión de que conozcas a la persona indicada", "algo no anda bien contigo, tienes que hacer un tratamiento", "lo que pasa es que estás frustrada y no encuentras la pareja que vaya contigo", son frases que le escriben a Evelyne en el Instagram, donde ella relata abiertamente lo que siente. "Nada de lo que escriben es cierto", asegura.

Es difícil encontrar una definición general de la asexualidad, dice Irina Brüning, que trabaja en una asociación para visibilizar el espectro asexual. "Otros prefieren decir que no sienten ninguna necesidad de tener interacción sexual."

No tener sexo no significa no tener sentimientos

De todos modos, el sexo eso es sólo una pequeña parte, porque no sentir deseo de tener relaciones sexuales puede tener diversas manifestaciones. "Algunas personas sienten rechazo por lo sexual, pero disfrutan de las caricias, los mimos o los besos", dice Brüning. "Otras personas se masturban o sienten indiferencia por lo sexual." Pero todos tienen algo en común: no creen que las relaciones sexuales sean necesarias para manifestar amor.

¿De dónde viene el desinterés sexual por otras personas? No existe una explicación, dice Johannes Fuss, director del Instituto de Psiquiatría Forense e Investigación Sexual de una universidad de Alemania.

Lo importante, añade, es que no es un problema que deba ser tratado. "Por lo general, las personas asexuales no suelen padecer su orientación. Si no hay padecimiento, no hay por qué tratarlo", dice el especialista.

Fuss dice que los inconvenientes suelen darse más bien a raíz del entorno porque se sabe poco de la asexualidad y se suele estigmatizar o poner bajo presión a los afectados.

En Alemania se han llevado adelante estadísticas que hacen suponer que aproximadamente un uno por ciento de la población es asexual, con lo cual no se hace mucho por sacar el tema a la luz o darle visibilidad, dice Irina Brüning, de la Asociación AktivistA. Su agrupación trabaja por poner el tema en agenda justamente para que las personas jóvenes conozcan este fenómeno y también puedan comunicarse con otros que viven de la misma manera.

"Educar sobre las distintas formas de vivir la sexualidad puede llevar que para los jóvenes sea más fácil hallarse", dice Fuss. Una posibilidad es hablar sobre cómo es sentir ganas y cómo es no sentir ganas en la clase de educación sexual.

La planificación familiar también es un tema con el que se ven confrontadas sobre todo las mujeres, dice Brüning de AktivistA. "El hecho de que las personas no sientan ninguna atracción sexual por otros no significa que no puedan fundar una familia."

Existen casos, por ejemplo, en que las personas asexuales están en una relación amorosa y tienen sexo únicamente por la planificación familiar.

Pero por supuesto que tener un vínculo amoroso que prescinda del sexo también puede generar dificultades, dice Brüning. "Si uno quiere pero el otro no, es necesario encontrar un camino." Muchas personas asexuales que tienen deseos románticos suelen encontrar compromisos dentro de sus relaciones. O buscan desde el vamos a un compañero o compañera asexual pero romántica.

La asexualidad: “No es miedo o trauma, simplemente no siento atracción sexual por nadie”



Las personas asexuales, como la activista Emi Salida, enfrentan problemas distintos al resto de la población y la comunidad LGBT+. ¿Qué significa serlo? ¿Cómo viven el “desajuste” entre la atracción romántica y la atracción sexual?


Durante años ha sido la orientación menos visibilizada. En las siglas LGBT+ se le omite usualmente. Pocos estudios la consideran al abordar la sexualidad. Las estimaciones oficiales indican que los asexuales son el 1% de la población mundial. Según una encuesta de The Trevor Proyect de 2020, el 10% de los jóvenes LGBT+ se identifican como asexuales o se agrupan en el llamado espectro asexual: demisexuales o grisexuales, por mencionar dos subcategorías dentro del amplio abanico de la asexualidad.

¿Pero qué es, cómo definirla? “Toda asexualidad es simplemente no experimentar atracción sexual por alguien”, dice Emi Salida, una activista asexual de 22 años que afirma que hablar de esta orientación implica hablar “automáticamente” de sexo. “Es tan íntimo que no todo el mundo es capaz de hablarlo”, dice en una videoentrevista con The Washington Post.

Emi, fan de Taylor Swift y recién graduada en la Universidad de Westminster en Londres, ha usado YouTube como un “diario” para explicarle al mundo sobre qué significa ser asexual y romper prejuicios en torno al concepto.

Su último vídeo en la plataforma es de hace dos años y cuenta casi 50.000 visualizaciones. En él, cuestiona que hasta 2013, el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico, por sus siglas en inglés), utilizado en Estados Unidos para diagnosticar trastornos de salud mental, consideraba que todo el que sintiera poco o ningún deseo sexual tenía un trastorno mental.

“El impulso sexual, el disfrute sexual, la excitación sexual y la atracción sexual son cosas diferentes. Para la mayoría de las personas, eso se alinea bastante bien”, explica en su canal de YouTube, los ojos delineados, gesticulando en una habitación con luz tenue. “Pero lo único que hace que alguien sea asexual es no experimentar atracción sexual”, recalca.

Emi expone las diferencias (“el desajuste”) sobre la atracción romántica y sexual. “Son distintas. Para la mayoría coinciden, pero los asexuales pueden sentir atracción romántica incluso si no se sienten atraídos sexualmente por nadie”.

Al ser una persona “opuesta al sexo”, no puede verse en una relación sexual. Si estuviera en una relación romántica con alguien que quiera tener sexo, comenta, “probablemente no lo tendría”. Aunque, reconoce, no le importaría que ese alguien tuviera sexo con otros, mientras no deje de preocuparse por ella.

Al ser menos visibles y haber poca educación sobre el tema, salir del clóset como asexual tiene sus propias dificultades. Emi dice que con frecuencia la gente asocia su caso con la asexualidad en las plantas. “¿Eso significa que eres una?”, le han preguntado en burla. Ella aclara que no es frigidez, no es miedo ni la respuesta a un trauma sexual; “simplemente” no siente “atracción sexual por nadie”.

Por su parte, Eleanor Wilkinson salió del clóset en 2021, ya siendo adulta. Le daba miedo y sentía ansiedad de que nadie nunca la amara por su orientación. “Cuando eres asexual, la gente inmediatamente piensa que no amas a nadie porque ¿de qué sirve una relación a menos que tengas sexo con otra persona?”. Eso, dice, la ha afectado, porque existen “muchas atracciones”: sensuales, estéticas, románticas. “Todas juegan un papel cuando se trata de estar con otra persona”, sostiene en una columna para Pink News.

“La atracción sexual es solo una parte, pero no lo es todo cuando se trata de una relación”, concluye Eleanor, a quien le preocupa que se compare su orientación con el celibato o la virginidad, que son opciones elegidas.

Las etiquetas

Las personas asexuales pueden ser heteros, gays, lesbianas, bisexuales, queer o de cualquier otra orientación sexual o romántica. Algunas pueden aceptar tener sexo por el gusto de dar placer a su pareja, o bien ser indiferentes ante las relaciones sexuales, o manifestar rechazo o incluso aversión ante ellas. Sin embargo, la inclinación puede variar (o no) y no debe confundirse con el celibato, la virginidad o la abstinencia.

“La asexualidad es una parte intrínseca de lo que somos, al igual que otras orientaciones sexuales. No hace que nuestras vidas sean peores o mejores; simplemente enfrentamos un conjunto diferente de necesidades y desafíos que la mayoría de las personas sexuales”, escribe en su sitio web la Red de Educación y Visibilidad Asexual (AVEN, por sus siglas en inglés).

La organización fundada en 2001 explica que las personas asexuales experimentan formas de atracción diversas que no conducen a la atracción sexual. Igualmente, pueden llegar a sentir excitación debido a las variaciones hormonales durante el ciclo menstrual o las erecciones en momentos del día. Por eso algunas se masturban, pero sin el deseo de tener sexo con otro.

En la encuesta de The Trevor Proyect, de los 40.000 jóvenes LGBT+ consultados, un 10% se identificó asexual o perteneciente al espectro asexual. Algunos se declararon demisexuales (que, en su mayoría, no experimentan atracción sexual, o no sin antes forjar una profunda conexión emocional) o grisexuales (que la experimenta rara vez, casi nunca o en muy baja intensidad).

El sondeo también reveló que entre jóvenes asexuales existen personas transgénero o no binarios en mayor proporción que en el resto de la población LGBT+. Es decir, mientras el 25% de los jóvenes LGBT+ dijo ser trans o no binario, entre los asexuales esa cifra ascendió al 41%. Algunos asexuales también se etiquetaron como panrománticos, biromantico y arománticos.

En el caso de Emi Salida, le encanta definirse como LGBT+ por considerarlo “un espacio seguro”, donde la gente entiende “al menos una parte” de su experiencia. Las etiquetas, comenta, son algo muy personal. “Puedo cambiarlas y eso no me hace menos yo. Es solo el proceso de encontrar qué tipo de etiqueta funciona para ti y se adapta mejor a tu identidad”.

Por considerar que su experiencia “no cabe en esa caja”, ella no se identifica como heterosexual ni heteromántica, . “Quiero esta caja”, dice refiriéndose a la asexualidad. “No hay nada de malo en ser asexual, no significa que vas a estar solo para siempre. Tienes relaciones sólidas, tienes amigos, tienes familia, tienes relaciones platónicas”, concluye.



Asexualidad, la orientación invisible: “Cuando la descubrí, todo encajó”

El activismo asexual comienza a despuntar en España y reclama al colectivo LGTBI que asuma sus reivindicaciones: el desconocimiento y el estigma favorecen que muchas personas asexuales no sepan que lo son porque ni siquiera saben que existe esa etiqueta Cuando María era adolescente sentía que no encajaba, que algo funcionaba de forma diferente en ella. No entendía por qué sus amigas se iban de la discoteca con sus ligues en el punto álgido de la noche. Ella, que no sentía atracción sexual por nadie, llegó a pensar que sus compañeras se estaban inventando que les gustaban los chicos. En aquella etapa, creía que era por la edad del pavo, con las hormonas revolucionadas, y que tal vez ella había madurado más rápido. Al llegar a la universidad, María se dio cuenta de que la gente a su alrededor seguía sintiendo esa atracción sexual por otras personas. “Pensaba que no podía ser la única que no sentía eso”, cuenta en conversación con elDiario.es. “Una noche de fiesta me puse en una situación de peligro, de obligarme a vivir ciertas cosas para demostrarme a mí misma que podía, que lo sentía o que era como tenía que ser”, recuerda. Aquello no salió bien y, al llegar a casa, decidió buscar en internet qué era lo que le pasaba. “No sé muy bien qué busqué. Me apareció una página web y leí por primera vez el término 'asexual' y algunos testimonios. Se me abrió el mundo, sentí una paz mental increíble. Vi que había gente que vivía con ello y me identificaba con todo. Todavía la recuerdo como la mejor noche de mi vida”, explica. “La asexualidad es una orientación sexual que implica que no se experimenta atracción sexual hacia otras personas. Como cada persona es una combinación única de ingredientes, hablamos de asexualidades”, explica la psicosexóloga y directora del centro de sexología 'Con mucho gusto!', Martina González Veiga. De hecho, el activista David Jay definió el llamado espectro ACE, un modelo en el que se incluye a todas las personas que se salen de los parámetros normativos de la sexualidad. Eso puede ser, bien porque puedan llegar a sentir atracción sexual, pero con muy poca frecuencia o intensidad o solo en circunstancias específicas –lo que se conoce como grisexualidad–, o bien porque son personas que solo sienten atracción sexual secundaria, es decir, cuando establecen un vínculo muy fuerte con una pareja determinada –demisexualidad–. Sandra siempre tuvo una pequeña idea de que no era “como los demás”. Durante la adolescencia experimentaba esa sensación cuando le insinuaban que podía “hacer algo” con su pareja o cuando no quería intimar con ella. “Pensaba, sinceramente, que en algún momento eso despertaría, que había un botón que estaba apagado. Siempre decía que no me gustaba nadie, pero hablaba con mis amigas de sus novios o de sus parejas y les ayudaba a ligar. Eso nunca me pareció violento”, explica. “He tenido relaciones, pero nunca he llegado a intimar con nadie”, señala esta joven, que ahora tiene 20 años. "Yo quería mucho a mis parejas, pero mucha gente piensa que si no haces nada físico es porque no lo quieres Sandra — Asexual En su caso, el hecho de no querer mantener relaciones sexuales fue un problema con sus parejas. “Yo quería mucho a mis parejas, pero mucha gente piensa que si no haces nada físico, no lo quieres”, explica. En su cabeza, siempre rondaba una pregunta: “¿Por qué no quiero, si debería querer?”. Como María, hace unos meses, decidió meterse en internet para tratar de identificar qué le pasaba. “Empecé a leer, hasta que vi que encajaba bien en esto y asumí que era asexual. Es algo que sabes, pero a la vez no sabes. Por una parte te explicas muchas cosas que te han pasado, pero también es algo nuevo, que te descuadra. Me dio mucho miedo, no por el hecho de serlo, sino por admitir que soy distinta”, explica Sandra. A ella le ocurrió algo en lo que coinciden muchas personas asexuales al relatar sus experiencias. “Pensaba que igual no me acercaba a los chicos y me tenía que acercar a las chicas. Pero fue un 'no' rotundo”, reconoce. Y es que conocer solo la heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad limita las opciones a esas tres. El 1% de la población En 2004, el sexólogo Anthony F. Bogaert publicó un estudio en el que estimaba que alrededor del 1% de la población es asexual. No hay datos oficiales pero, desde entonces, esa es la cifra que se ha tomado como referencia para el estudio de esta cuarta orientación sexual. Pese a que ese 1% de la población se traduce en unos 76 millones de personas en todo el mundo –y cerca de medio millón en España–, el desconocimiento y la invisibilidad son dos factores que favorecen que muchas personas asexuales no sepan que lo son, porque ni siquiera saben que existe esa etiqueta. Es lo que le ocurrió a Celia Gutiérrez, de 19 años. “Empecé a cuestionar mi orientación sexual y lo encontré en internet por casualidad”, explica. Como le costó dar con aquello que se ajustaba a lo que ella es, echó en falta más información. “Encontraba artículos, algún vídeo o testimonios, pero me faltaba un sitio en el que estuviera todo unificado, sobre todo en español, así que decidí hacerlo yo”, cuenta sobre el libro que acaba de publicar, La revolución (a)sexual (Egales), una guía que trata de aclarar conceptos, seguramente desconocidos para el grueso de la población, y que pone sobre la mesa los mitos, prejuicios y estereotipos sobre las personas asexuales. Celia ha decidido firmar su libro con pseudónimo, el mismo que ha pedido utilizar en este reportaje, porque prefiere mantener su anonimato. “La principal discriminación –acefobia– es el estigma, del que derivan el resto. Existen unos estándares de cómo debería ser la sexualidad y como las personas asexuales no se ajustan a ellos, eso lleva a la patologización. Por un lado, por ellas mismas, que pueden creer que tienen algún problema debido a ese desconocimiento, y por otro, por el resto de personas, familiares o amistades, que tienen ese mismo razonamiento y se lo dicen. En el ámbito médico también existe mucho desconocimiento y pueden llegar a patologizar a personas sanas y hacerles terapias porque creen que tienen algún problema de salud”, explica Celia. Pero las personas asexuales no lo son porque padezcan ningún problema. “Pueden tener excitación, que no es lo mismo que tener baja libido, no está causado por ningún trauma, ni reprimen sus deseos sexuales, ni tienen ningún problema orgánico, ni es celibato”, enumera la psicóloga y sexóloga Silvia Sanz. Precisamente, ser asexual no implica que esas personas no puedan enamorarse y tener o desear una relación de pareja, a no ser que sean arromanticas, otro de los conceptos que desgrana Gutiérrez en su libro. “Para tener relaciones sexuales no hace falta amar a la persona y con esta categoría de personas asexuales también podemos comprobar que puedes amar a una persona y no tener sexo”, apunta la experta, que es autora del libro Sexamor. "La ausencia de referencias y referentes imposibilita o dificulta la integración de la identidad sexual, lo cual influye en la salud sexual y mental de las personas Martina González Veiga — Psicosexóloga “La ausencia de referencias y referentes imposibilita o dificulta la integración de la identidad sexual, lo cual influye en la salud sexual y mental de las personas, que no pueden autoidentificarse, autodefinirse e integrar su orientación sexual acorde con su proceso de desarrollo en la infancia y la adolescencia”, indica González Veiga, que considera que la invisibilización de esta orientación sexual se debe “a que se sale de la heteronorma” y a que “la erótica está tan en el centro de nuestra sociedad que la atracción sexual se considera parte de lo que nos humaniza”. En muchos casos, este desconocimiento lleva a las personas asexuales a plantearse orientaciones que no se corresponden con la suya. “Empecé a descubrir que era asexual porque no sentía placer sexual con mis parejas, ni me fijaba en el físico de nadie. Me sentía raro, como que no encajaba, como si tuviera algún problema psicológico, pero no sentía que lo fuera. No pedí ayuda porque no quería que nadie me obligara a hacer algo que yo no quería hacer”, cuenta Jorge. “Parece que tienes un problema de salud o que estás mal por no tener sexo. El caso es que no lo puedes decir por vergüenza o por miedo”, continúa. “Yo ponía una cara que no era la mía, porque no podías decir que no te gusta tener relaciones sexuales. Me sentía obligado y algunas veces vomitaba al final. Me sentía mal por dentro, porque no quería. Ahora me siento feliz por ser lo que soy, lo que siento y no estar engañado toda mi vida”, explica. El 16% tiene relaciones por mantener a su pareja Asexual Community España, la asociación de personas asexuales más importante del país, que ahora preside María, publicó hace unos meses el 'Informe Censo Comunidad Asexual España 2020–2021', con 615 entrevistas a personas asexuales. Se trata de una encuesta abierta a través de las redes sociales, que puede dejar fuera a un espectro amplio de la población, pero que arroja algunos resultados que preocupan a los responsables del estudio. Por ejemplo, que solo el 27,8% de los encuestados mantiene relaciones sexuales por placer propio o que el 20% lo hace por diversión, mientras el 39,5% acepta tener sexo por complacer a otra persona y el 16,3%, por mantener a su pareja. “Calibrar la sexualidad pasa también por la cantidad de violencia que sufren las personas o a la que se tienen que ver sometidas durante años, porque se supone que a los 17 años tienes este constructo social por el que pierdes la virginidad. Así, van surgiendo una serie de violencias por las que, aunque no quieren compartir su cuerpo, se ven obligadas”, apunta la educadora social y sexual Pitu Aparicio. “El hecho de que salgan personas o tengan reconocimiento público hablando de que son asexuales hace que la etiqueta tenga mayor peso y haya quien se lo pueda plantear o darse cuenta de que lo es”, indica en línea con el resto de expertas. Luis se identificó como asexual hace cuatro años, cuando tenía 33. Ocurrió en un cumpleaños, en el que estaba una amiga asexual. “Estuvimos jugando a 'Feminismos reunidos' y me salió una pregunta sobre demisexualidad. Respondí mal y cuando me corrigieron dije: yo soy así. Al día siguiente tuvimos una charla sobre el tema y un montón de teclas empezaron a hacer 'clic' en mi cabeza. Sentí que todo encajaba”, explica. Al principio, Luis pensaba que era un “hetero muy raro”, porque las mujeres le gustaban “estéticamente”. Tras el descubrimiento con el juego, se identificó como demisexual, pero al final se dio cuenta de que “lo que cuadra” con él es la asexualidad. El proceso de descubrimiento y autoaprendizaje es habitual en todos los testimonios recabados para este reportaje. “Yo soy sexo–positivo. El sexo me parece una práctica bastante placentera, pero si no siento atracción es muy difícil que me apetezca, aunque esto no quiere decir que no pueda disfrutarlo. De hecho, hasta me masturbo”, matiza. “La asexualidad evidencia lo que ya veíamos en las consultas de sexología; atracción sexual, deseo sexual y excitación, aunque puedan guardar relación entre sí, son conceptos diferentes que no van siempre de la mano. Y que no se den los tres no tiene porqué significar per se que exista algún problema”, señala González Veiga. Yo el síndrome del impostor lo he sentido muchas veces, porque parece que si no lo dices desde el principio te sientes mal o estás engañando a la otra persona María López — Presidenta de Asexual Community España “La invisibilidad, el silencio, el miedo y la discriminación nos hace sentirnos inferiores. Parece que tenemos que cumplir ciertas cosas y entrar en una dinámica de obligarnos a hacer cosas de las que a veces es difícil salir”, indica María. Que dentro del imaginario colectivo esté asumido que después de una buena primera o segunda cita haya que subir a casa o que si conoces a alguien en una fiesta tenga que ocurrir 'algo más', son mantras que persiguen a estas personas. “Yo el síndrome del impostor lo he sentido muchas veces, porque parece que si no lo dices desde el principio te sientes mal o estás engañando a la otra persona”, añade. “Es un nivel de sufrimiento pensar que una fase lleva a otra y que tienen que dar explicaciones”, desarrolla Aparicio. “Me encanta estar con ella... pero no me pone” “Dentro del colectivo asexual hay gente que tiene relaciones y gente que no”, continúa María. En su caso, en algunas ocasiones ha tenido relaciones sexuales, “pero nunca han estado atravesadas por el componente 'me pones'”, sino que concibe el sexo “de una manera diferente a los códigos que nos han enseñado”. “Para mí habita en un segundo plano que no tiene que ver con mi emocionalidad hacia otra persona, sino con momentos personales míos”, desarrolla. “Me ha costado entender que una persona me puede atraer por mil cosas, que me encanta estar con ella, que me genera esa 'adicción'… pero que no me pone”, dice para explicar que “los afectos o los vínculos románticos los sentimos como cualquier otra persona”. Para afrontar una relación de pareja entre una persona asexual y otra alosexual (aquellas que sí sienten atracción sexual), las expertas dan los mismos consejos que para cualquier otra: “Las relaciones se construyen y funcionan desde la intención de conocerse, conectar, empatizar y construir un vínculo en el que se sientan seguras, en confianza, libres de ser quienes son, alegres. No hay una fórmula universal para todas las personas, la que sea buena para ellas está genial. Que no se comparen con nadie y se centren en su bienestar”, indica González Veiga. Silvia Sanz insiste en la idea de una buena comunicación. “Hay que distinguir muy bien entre el sexo y el amor y entender mucho al otro para encontrar un equilibrio”, indica. En juego entran fórmulas igual de válidas que las de una pareja tradicional: desde no mantener relaciones sexuales hasta abrir la pareja, mantener relaciones poliamorosas o pactar cuándo se van a mantener relaciones. En 1948, los biólogos Alfred Kinsey, Wardell Pomeroy y Clyde Martin desarrollaron la escala de calificación heterosexual–homosexual, conocida como 'escala de Kinsey', donde se recogía que las personas –inicialmente el estudio se realizó sólo con hombres y años después se amplió a mujeres– no encajaban exclusivamente en las etiquetas 'heterosexual' y 'homosexual' y establecía cinco grados entre un extremo y otro. Fuera de la gráfica, en una octava categoría que llamaron 'X', se incluía a los individuos que no tenían 'contactos o reacciones socio–sexuales'. Tres cuartos de siglo después de aquel informe, una de las peticiones del activismo asexual, que ha despuntado en España en los últimos años, es que sus reivindicaciones se asuman por parte del colectivo LGTBI. En 2019, su manifiesto se incluyó en el Orgullo Crítico madrileño. “El colectivo LGTBI agrupa a todas aquellas orientaciones e identidades que están fuera de la heteronorma y la asexualidad lo está, pero no está incluido porque la historia del Orgullo y sus reivindicaciones se basan en el conocimiento de las identidades. Igual que antes era el 'colectivo gay', porque las lesbianas estaban invisibilizadas y se desconocían las realidades bisexuales o trans, que se han ido incorporando, con las personas asexuales ocurre lo mismo”, explica Celia. Para Pitu Aparicio, “añadir la 'A' a las siglas no cuesta nada y es una forma de reivindicar y ganar espacio”. Para esta experta, que imparte talleres de sexualidad, si hubiera espacios en colegios e institutos en los que hablar de esto “sería muy liberador para las criaturas, sobre todo en su proceso cognitivo y para tener referentes”. Por eso, pide: “Que no pase como en nuestra generación, que no teníamos información ni acceso a los recursos. Ahora ellos tienen las redes, pero no tienen espacios de cuidado donde hablar de toda esa información y de las dudas que les genera”. Sociedad / Diversidad sexual / LGTBI

viernes, 2 de septiembre de 2022

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